viernes, 15 de noviembre de 2024

El efecto Scully motivó a las fanáticas de la serie a estudiar carreras de ciencias

Dana Scully, el personaje de Expediente X, se convirtió en un ícono para las niñas interesadas en las ciencias, inspirando a toda una generación a seguir carreras STEM. El «Efecto Scully», subraya el impacto de una representación femenina fuerte en la ciencia, mientras que Gillian Anderson también luchó por cerrar la brecha salarial en la industria.
Existen personajes cuyos nombres resuenan con tal prominencia que carecen de la necesidad de ser introducidos. Homero, de la afamada serie animada Los Simpson, o Rachel, del célebre programa Friends, ostentan un estatus tan consolidado en el acervo cultural contemporáneo que no se requiere haber seguido sus andanzas televisivas para estar al tanto de sus identidades. Tal notoriedad se aplica a Mulder y Scully, personajes de la aclamada serie de televisión, Expediente X. A lo largo de las nueve temporadas que comprendió esta emblemática serie —extendida adicionalmente mediante dos largometrajes cinematográficos y revitalizada con una miniserie en 2016 y 2018— la intérprete estadounidense, Gillian Anderson, encarnó a Dana Scully, una sobresaliente científica forense incorporada en las filas de la Agencia Federal de Investigación (FBI). En compañía de su compañero, Fox Mulder (Dave Duchovny), constituyó una de las duplas más memorables de la pantalla chica de la década de los años noventa.
En la narrativa televisiva, el personaje de Scully, inmersa en la resolución de inumerables casos de naturaleza evidentemente caracterizada en lo paranormal, trascendía su existencia ficticia para convertirse en una notable fuente de inspiración para decenas de miles de niñas. Estas jóvenes espectadoras encontraron en dicho personaje una referente formidable dentro del ámbito de la ciencia, un sector que, tradicionalmente, ha mostrado una representación limitada de mujeres en producciones cinematográficas del género de la ciencia ficción, restringiéndolas a menudo a roles de menor complejidad, como el uso de batas blancas en entornos hospitalarios.

Esta observación es corroborada por la académica, Marta Narberhaus Martínez, profesora e investigadora adscrita a la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona, quien subraya las «importantes diferencias» existentes «entre los personajes que desempeñan profesiones en el ámbito STEM [acrónimo del inglés que engloba las disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas como CTIM en español]». Narberhaus Martínez añade que destaca la facilidad con la que se pueden «encontrar ejemplos de series televisivas centradas en el sector sanitario, donde los personajes femeninos ejercen roles como de doctoras o enfermeras, tales como Hospital Central y Anatomía de Grey. No obstante, resulta extraordinariamente poco frecuente la aparición de personajes femeninos en campos técnicos, desempeñando roles como ingenieras o mecánicas».

Los datos avalan el efecto Scully

En este 2024, resulta una empresa de considerable dificultad encontrar personas de tal envergadura, pero si retrocedemos al año 1993, período en el cual se transmitió el episodio inaugural de la serie «Expediente X», dicha tarea se tornaba virtualmente insuperable. Es por esta razón que el personaje de Scully no solo provocó una revolución en el ámbito televisivo, sino que también contribuyó de manera significativa a un cambio de paradigma al fomentar el interés de un gran número de seguidoras de la serie en el estudio de las ciencias. Este hecho llevó a muchas de ellas a emprender carreras académicas en disciplinas científicas, manifestando un impacto perdurable en la configuración del campo educativo y profesional relacionado con estas áreas del conocimiento. «Diferentes estudios han demostrado que la representación mediática de la mujer trabajando en campos científicos aumenta el interés de niñas y mujeres por esas profesiones. Para que una niña o una adolescente tenga vocación de verse a sí misma hecha una científica o de ingeniera, lo primero que tiene que poder hacer es imaginarse a sí misma en ese rol. Pero la realidad es que hay todavía pocas mujeres con proyección pública en estos ámbitos», aduce Narberhaus.
Datos recabados en diferentes estudios avalan el denominado efecto Scully. Por ejemplo, en 2018, el Instituto Geena Davis sobre Género en los Medios de Comunicación publicó un informe titulado The Scully Effect: I want to believe, un guiño directo a Mulder y Scully, ya que la segunda película del universo Expediente X se llamó precisamente así: I want to believe. En dicho estudio, realizado en colaboración con 21st Century Fox, se analizaba la relación entre el personaje de Dana Scully y el interés de las niñas fanáticas de la serie por las disciplinas STEM, con algunas conclusiones muy reveladoras: «El 63% de las mujeres familiarizadas con el personaje de la agente Scully mostraban más confianza a la hora de seguir carreras STEM».


Desde los noventa, se ha aludido al efecto Scully e incluso la asesora de ciencia de la serie, la profesora Anne Simon, relató su experiencia en primera persona con el fenómeno. Docente de la Universidad de Maryland, cuando empezó a dar clase en el curso de 1999, preguntó a sus alumnos si alguno estaba ahí influenciado por Expediente X. «Dos tercios de la clase levantaron la mano», contó.

Un camino largo y tortuoso

En los últimos años, la ficción ha incorporado de manera muy tímida nuevos personajes femeninos próximos al campo científico. Esquivar la representación estereotipada sigue siendo un desafío. Por ejemplo, la etiqueta de nerd de las científicas de Big Bang Theory o el sambenito de empollona de Alex Dunphy, la hija mediana de Phil y Claire Dunphy en Modern Family. En este sentido, cuanto mayor sea la variedad de personajes, más realistas y alejados de tópicos terminarán siendo estos papeles. «La influencia de las series en las vocaciones queda patente también con otros ejemplos, como el llamado efecto CSI (Crimen Scene Investigation - Serie de TV). La conocida serie de televisión influyó en el aumento de vocaciones forenses y nuevos programas universitarios en esta área. A partir de esta serie se ha popularizado esta profesión y precisamente algunas de las pocas representaciones femeninas en STEM son en este ámbito, como es el caso de los personajes de Jenny Cooper en La Forense o de Maura Isles en Rizzoli & Isles», enumera Narberhaus.

El camino todavía es largo y tortuoso, repleto de falsas esperanzas. Si bien «cada vez hay más mujeres científicas y las chicas se matriculan más en carreras de ciencias, todavía se invisibiliza a las mujeres en disciplinas STEM en España», sostiene la profesora Narberhaus. De acuerdo con los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), «la tasa de graduados hombres en ciencias, matemáticas, informática, ingeniería, industria y construcción por 1.000 habitantes, con edades comprendidas entre 20-29 años, en 2020 y en España, es de 33,2% y en las mujeres de 13,2%». O sea, el número de hombres graduados en carreras STEM en 2020 casi llegó a triplicar al de mujeres en ese país. Y el problema comienza desde la etapa de la infancia. El estudio publicado en marzo de 2024 Mujeres en STEM: desde la educación básica hasta la carrera laboral, elaborado por ESADE con apoyo del Banco Santander, especifica que «ya en 4º grado de Primaria, las niñas presentan una probabilidad un 15% menor que los niños de considerar las matemáticas como su materia preferida, y entre un 8% y un 9% menor de considerarse buenas, aprender rápido, o disfrutar». La problemática no se resolverá solo con buenos personajes femeninos en la series de televisión de ficción, pero sin duda urge crear referentes para todos los públicos.

La brecha salarial de Expediente X

Durante su participación en la serie de televisión del género de ciencia ficción, Gillian Anderson también puso su granito de arena hacia la igualdad. En su caso, para acabar con la brecha salarial. Cuando se presentó a la selección de reparto de la serie tenía apenas 25 años y era una recién llegada al ambiente de la industria cinematográfica. Su compañero de reparto contaba con ocho años más y su rostro era algo más conocido. Por ello, el caché de él fue muy superior. No obstante, a medida que avanzaban las temporadas y el papel de Dana Scully encandilaba al público, la diferencia salarial permanecía.


En 1997, Anderson se alzó con el Globo de Oro y el Emmy por su actuación en Expediente X (Duchovny solo se hizo con el Globo de Oro), pero incluso respaldada con ese reconocimiento, tuvo que luchar para que su nómina se igualara a la de su coprotagonista. Y lo logró. Por eso, su sorpresa fue mayúscula cuando, para su participación en el revival de 2016, se le ofreció la mitad de salario que a Dave Duchovny. La propia intérprete lo denunció en una entrevista para el medio The Daily Beast, en la que explicó cómo la gente no es consciente de lo presente que está la brecha salarial en la actualidad: «Incluso en entrevistas recientes, me han comentado, «No puedo creer que ocurriera eso, ¿cómo te sentías?, es de locos». Y mi respuesta siempre es: «Sucedía entonces y sucede ahora. ¡Y ha vuelto a ocurrir! No sé ni qué decir al respecto», contó en la citada publicación.

La intérprete tampoco se calló al poner en evidencia la falta de mujeres entre las guionistas y directoras de la serie. «Solo dos de los 207 episodios grabados fueron dirigidos por mujeres. Espero el día en que los números sean diferentes», escribió en un tuit en 2017.